La experiencia vivida en estos días deja un gran aprendizaje; las escuelas son irremplazables. Una escuela no es su tecnología, no es necesariamente su infraestructura o su modernidad, una escuela es la oportunidad de encontrarnos con otros, estudiantes, docentes y formar una comunidad de aprendizaje. Esta situación, agrega también que abrió la puerta a la oportunidad de generar políticas públicas más conectadas con el sentir y las experiencias de los actores: familias, docentes y estudiantes.
El haber llevado el trabajo escolar a casa permitió a los padres observar de cerca como aprenden los niños y qué les enseñan. De alguna manera, los padres confían en la escuela y está muy bien. Saben del contenido que le dan, al final ven el avance del niño, las calificaciones y la retroalimentación, pero ahora que se involucran con el contenido, sea dan cuenta de los que hacen. Una de las mayores enseñanzas, fue valorar más la función del maestro, su capacidad y la vocación de estar frente a los niños y asegurarse de que cada uno aprensa.