Año:1970
Autor: Nicola Grassi
Localización: Szépmûvészeti Múzeum, Budapest
Arte: Óleo sobre lienzo, 105 x 159 cm
Entonces Pilato tomó a Jesús y le azotó. Y los soldados trenzaron una corona de espinas y se la pusieron sobre su cabeza, y le pusieron encima un manto de púrpura. Entonces le dijeron: "¡Salve, Rey de los Judios!" Y le daban bofetadas. Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: "He aquí, os lo traigo fuera para vosotros, para que sepáis que no encuentro ningún delito en él." Entonces salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: "He aquí el hombre!"
La flagelación ha sido usada en todos los tiempos y todas las épocas, aunque más especialmente por los judíos. El reo lo sufría en la Sinagoga ante tres jueces y recibía trece azotes con un látigo armado de tres correas. En la Iglesia católica, la flagelación era una pena disciplinaria. Entre otros, el conde Raimundo de Tolosa fue flagelado al pie del altar por haber favorecido a los albigenses. También fue usada como método de tormento por la Inquisición. Sin embargo, se infligía más a menudo como penitencia, sobre todo, en los conventos. Durante la Edad Media y aun hasta el siglo XIX hubo muchas cofradías de disciplinantes que se flagelaban, bien a oscuras en los templos, bien públicamente en las procesiones.