Desde la antigüedad, los científicos han encontrado fascinación por el cerebro, pero hasta hace poco se consideraba que su funcionamiento era casi incomprensible. En la actualidad, al fin se están empezando a desvelar sus secretos, de hecho se ha aprendido más sobre este órgano en los últimos veinte años que en todos los siglos anteriores, debido al ritmo acelerado de la investigación en las neurociencias. Cuando disfrutamos de una buena comida, el sabor, el aroma y la textura, lo hacemos gracias a los lóbulos parietales que se encuentran detrás de los frontales. Estas áreas reciben información sobre la temperatura, el gusto, el tacto y el movimiento del resto del cuerpo. La lectura y la aritmética también son funciones en su repertorio.
Los lóbulos frontales del cerebro se encuentra directamente detrás de la mente, cada vez que planificamos un horario, imaginamos el futuro o usamos argumentos razonados, estas partes hacer la mayoría del trabajo. Cerca del lóbulo parietal y el mencionado, también encontramos los lóbulos occipitales, que se encargan de procesar las imágenes de los ojos y vinculan esa información con escenas almacenadas en la memoria.