La lluvia ácida también puede tener un efecto perjudicial en muchas cosas, entre ellas los edificios, las estatuas, los monumentos y los coches. Los compuesto químicos que contiene la lluvia ácida pueden hacer que la pintura se caiga y que las estatuas de piedra comiencen a verse viejas y deterioradas, con lo cual disminuyen su valor y belleza.
En México, el laboratorio de restauración del instituto de investigaciones antropológicas de la UNAM, indica que en los últimos 25 años el deterior de los monumentos y edificios histórcios de la Ciudad de México se ha acelerado de manera impresionante por el incremento de los niveles de contaminación.